29. Fútbol en Mosteiros

Hoy os voy a escribir sobre un tema que creo que no levanta muchas pasiones entre los que me leéis habitualmente, pero que es un paso más sobre mi integración en la vida de la gente entre la que vivo.

Todos los que me conocéis sabéis que me gusta el fútbol. Lo he practicado mucho durante mi juventud y ya en la madurez me pasé al fútbol sala. Los años no perdonan. Hace años que solo soy consumidor de fútbol a través de la televisión; aunque tengo que decir que cada vez me aburre más verlo.

Desde que llegué a Cabo Verde sentí curiosidad de cómo sería asistir a un partido de fútbol en vivo y en directo. Pronto aprendí dónde estaba el campo. Pero el campeonato estaba parado por ser verano.

Cuando empezó la temporada, lo primero era enterarse de qué días había fútbol y los horarios de los partidos. No fue difícil pues con frecuencia veía a un nativo que solía ir con unas botas de fútbol en la mano. Aquí el fútbol se conoce por “jogo”. Pues bien, a preguntar cuándo había “jogo”. Fácil: «todos los sábados a las cuatro» fue la respuesta del nativo que, a partir de ese día, me saluda efusivamente y me comunica, puntualmente, si hay jogo, pues la hora invariablemente son las cuatro, ay que el campo no tiene focos y anochece alrededor de las seis.

Fútbol en Cabo Verde

El primer sábado que había “jogo” me decidí asistir a mi primer partido. Acostumbrado a los horarios caboverdianos llamé a mi amigo Edy para que me acercara, con su taxi, al campo a las 16,15. Esa fue mi primera sorpresa. El partido ya había comenzado. ¡Al fin un acontecimiento que empezaba a la hora! El poder del fútbol. Saqué mi entrada de 100 escv (90 céntimos de euro) y entré en el campo. Segunda sorpresa. Era un campo de césped artificial muy bien cuidado. El campo tenía sus seis filas de gradas y su zona “vip” techada que, en otro partido, me enteré que valía 200 escv por que la niña de la taquilla no tenía cambio y me dio entrada vip. Siguiendo de sorpresa en sorpresa observo que es un partido en toda regla, con su árbitro, linieres, árbitro asistente y todos conectados con pinganillo cual partido de Champions.

La mayoría de partidos son entre los barrios de Mosteiros y los pueblos que pertenencen a su comarca. Esto implica que todas las aficiones se conocen y el espectáculo que ofrecen es único. Tienen sus “bubucelas”(trompetas famosas desde el mundial de Sudáfrica), animan a ritmo y se retan e insultan, como en cualquier campo europeo, pero con un gran sentido del humor. Se suelen enzarzar por parejas y el resto jalea y ríe. Son entretenidas las discusiones pues, aunque no entiendo nada, solo con ver el ardor que ponen te lo pasas en grande. Son capaces de discutir y reír, no dejan de ser conocidos y vecinos.

Fútbol en Cabo Verde

El fútbol, según mi opinión, tiene un nivel bajito, pero el ardor y las ganas no faltan. Lógicamente, imitan en muchos gestos a los grandes ídolos de las ligas grandes, tanto en lo bueno como en lo malo.

Los cambios se anuncian con pizarra electrónica, como en cualquier campo europeo. Aunque el campo no tiene marcador. Será por los pocos goles que se marcan y es fácil llevar la cuenta.

No falta de nada. Como antiguamente, en nuestros campos pasan vendiendo palomitas, helados y “chupitos” de grog. Los vasos de los helados se devuelven para el siguiente partido.

Todo esto vigilado por la policía local, que sólo su presencia pone cordura entre los pocos aficionados que se exaltan «un poco».

Esta es mi experiencia futbolera en este país, donde la gran mayoría son seguidores de los equipos portugueses. Aquí tienen sedes el Oporto, Benfica y Sporting, que yo haya visto. A parte de ser de otros equipos, españoles e ingleses fundamentalmente. Muchos bares tienen antena parabólica para seguir el fútbol (aquí los decodificadores son legales). Es la universalidad y poderío del fútbol.

Un comentario

  1. PILAR CIRUJANO MARIN dice:

    No te falta nada!!!! me alegro mucho de que disfrutes con lo que te hace disfrutar!!!! Besos

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